Este año he recibido varios encargos de Recordatorios de Comuniones. El de María, una niña muy presumida, tenía al abrirlo una reproducción del recordatorio de su abuelita. El de Marc era muy de chico.
Pero en los dos casos lo que más me ha gustado es ver el amor, cariño y alegría con que las madres organizaban las comuniones de sus hijos, y comprobar que en nuestros días hay familias que transmiten una fe serena y discreta, que estoy segura que va a servir de mucho a estos niños el día de mañana.